domingo, 23 de marzo de 2014
La Eutanasia en el estado de México
En mis 28 años de médico, me titule en el 86, no había experimentado sentimientos tan encontrados, como me pasó entre el 2013 y el 2014, por azares del destino llegué a Toluca Estado de México donde se encuentran los Hospitales de la seguridad social, 268, (antes HGR 251; se cambió el número por conflictuar el número con otras unidades) y el HGR 220, muy conocido en la ciudad de Toluca y sobra decirlo, sobresaturado. Muchas clínicas de medicina familiar entre ellas la UMF 223 de Lerma y la UMF 248 en San Mateo Atenco, La 228 en Santiago Tianguistenco y muchas otras. Antes de iniciar mí relato quisiera comentar que el HGR 268, es una unidad que inauguró el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa (quien si bien quiso regalar el IMSS a la iniciativa privada, se topó con el PRI, antes PRI-gobierno y con el PRD, tuvo, muy a su pesar y con mucha premura, que organizar la inauguración de dicho hospital al final de su sexenio, para intentar venderse como progresista, y hasta el fin, legitimarse como presidente de México, no es necesario para los que están en él, mencionar que lo hizo sin el personal, ni el equipamiento adecuados y aun así funciona, con la promesa de convertirlo en un hospital de tercer nivel de atención médica, por eso ahora el hospital está lleno de frustrados subespecialistas y es un mal ejemplo dentro del IMSS, en cuanto a eficiencia toca, porque estos médicos no quieren dar la atención masiva que se otorga en un segundo nivel de atención y solo quieren lo selecto de un tercer nivel). Ubicados en tiempo y espacio iniciaré el relato de lo acontecido a dos pacientes sin más relación entre ellos que el haber conocido yo, sus historias. El primero un paciente expuesto laboralmente a tolueno y que culmino sus días con un cáncer de pulmón, que trabajaba en una armadora de autos, que años atrás había modificado ya sus procesos para impedir dicha exposición. El paciente ingreso al nosocomio por disnea y un cáncer que invadía ambos pulmones y con nulas probabilidades de recuperación. Durante la primer semana fue mejorada su condición y finalmente pidió de comer de buen grado, con la intención de la familia de que dado de alta, se iría a su casa a pasar sus últimos días. Sin embargo, según me refiere la esposa, quien se negó a una exhumación del cuerpo para realizar una segunda autopsia y la investigación de homicidio, por sobredosis de narcóticos, el fin de semana se presentó un doctor, que solo se identificó como “Dr. Roque”, y asistido por una enfermera que considero que el paciente era un paciente “terminal”, minutos después, según versión de la esposa del paciente, le administraron 5 ámpulas de Nalbufina de 10 mg (la esposa preguntó ¿que se le había administrado?, según versión de ella misma), inmediatamente su esposo, (quien estaba conciente y con buen ánimo) se sintió mal, y a los pocos minutos murió, con el diagnóstico conveniente de tromboembolia pulmonar. La esposa del trabajador me refiere que acudió a quejarse con el subdirector médico, quien le dijo que no podía hacer nada, pues se trataba de un paciente en etapa terminal. No es mi interés hacer denuncia de un caso que involucra cuestiones de ética médica y probablemente médico-legales, que no me constan, cito el caso como lo conocí para mis ulteriores consideraciones. Por otro lado cito el caso de una paciente del sexo femenino que llegó al HGR 220, con diagnóstico de cáncer de mama, requiriendo intubación endo-traqueal, para apoyo ventilatorio, esta paciente esposa de un amigo, decidió en vida no ser mutilada una vez hecho el diagnóstico de cáncer mamario, decidió también, que no se le hicieran medidas heroicas (bajo la premisa que es labor del médico prolongar la vida, no la agonía) para tratar de salvar su vida. Independientemente del maltrato otorgado a los familiares, básicamente en el sentido de no permitirles estar en familia con la enferma, en los que muy seguramente serían sus últimos días u horas de vida, lo que considero un atentado contra los derechos humanos. Los médicos se negaron a tomar la decisión de extubar a la paciente, argumentando que no lo permitía la legislación del estado de México, estado en el que no se encuentra aún legislada la eutanasia. La paciente hubo de padecer por dos semanas una agonía larga, no deseada por el esposo y la hija médicos, finalmente después de una aparente mejoría la paciente falleció.
Consideraciones: es la intención de este artículo llamar la atención de los legisladores del Estado de México, para que estos dos casos, no se presenten más por falta de un marco legal que regule y norme la práctica de la eutanasia, en el Estado de México. Si bien en el primer caso la ignorancia y novatez del médico recaen en cortar una vida en un momento por demás inoportuno, pensando tal vez ahorrar sufrimiento al paciente (y solo tal vez trabajo al médico), no se justifica la falta de participación de la familia en una decisión por demás controvertida, y por otro lado y muy importante, el no tomar en cuenta, la voluntad del paciente, que estuvo y muy a tiempo, en condiciones de tomar participación en la decisión. El segundo caso es el extremo opuesto, por falta de una legislación adecuada y de una educación tanatologica, se prolonga la agonía de una paciente que había en su momento tomado la decisión, sobre la forma en que deseaba partir de este mundo. Estando el médico limitado, en ausencia del marco legal adecuado y en comunión con la familia, para tomar la decisión de no prolongar la agonía de una paciente invadida por el cáncer que fue condenada a la decisión de otros, en cuanto a su propio destino. La vivencia de estas experiencias me tocó la conciencia y me obligó a escribir este artículo, tanto con el ánimo de denunciar a un gobierno hipócrita y falso, de ultraderecha nefasta, como el calderonista, como con la intención de motivar a nuestros legisladores a llenar el vacío legal en torno a la eutanasia en el Estado de México.
Suspender el apoyo vital puede ser controvertido, pero siempre deberá tener como premisa, dar apoyo vital a aquel que tenga probabilidades reales de salir adelante, de tener una calidad de vida, de ser un ser humano después del trance. El apoyo vital en los enfermos terminales debe avocarse a que el paciente realice el último viaje, en las mejores condiciones, sin angustia, sin la sensación de ahogamiento, hasta donde esto sea posible, el oído y el tacto serán los últimos sentidos en perderse según afirman los que saben, pero ya lo decía Gustavo Adolfo Becker, “mientras la humanidad no sepa hacia dónde camina, habrá poesía”. Si hay vida después de ésta, no lo sabemos los que aún no emprendemos el viaje. Por lo tanto y mientras el bosón de Higs no nos ayude a definir si hay otras dimensiones, seguiremos atascados en esta realidad, alterna o no tanto, y por lo que, mientras esto se aclara y los alliens se hacen presentes o no, y nos hablan de los agujeros negros y su puenteo a otras dimensiones u espacios del universo, deberemos reflexionar sobre nuestra temporalidad, y la innegable realidad que para todos significa morir. ”Sea que te resulte claro o no, indudablemente el universo marcha como debiera” (Desiderata). Tal vez como pensaba Jean Paul Sartré, después de la muerte no haya nada, pero finalmente y en nuestro tiempo, el derecho a la buena muerte, debe ser considerado un derecho Humano.
Carmen Inchaurregui
José Manuel Puga Arriaga
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